miércoles, 8 de octubre de 2008

Muerte a Gordiar Mony

—Tanako Sasanga, ¿dígame?

—Acaba de aparecer el cadáver de Gordiar Mony, una “pasa” en la máquina de rayos “uva”, una calavera de dientes perfectos. Pensé que debía enterarse por una amiga.

—¿Chelo? ¡Este es mi número privado!

Vero; pero este es el siglo XXI, ya no queda nada privado.

—Santo Celo. Santa Barbarie. ¿Por qué Gordiar?

—Su Primavera-Verano. Reminiscencias de la colección 2001 de Valentini, demasiadas reminiscencias.

—¿Ya ni siquiera respetas la etiqueta?

—Respeto la etiqueta por encima de todo.

—¿Qué hay de eso de no matar niños?

—Nada de animales, niños o políticos.

—¡Penny era un menor!

—La televisión adelanta la adolescencia.

—De dibujos animados, Santo Celo, pero un niño.

—Los niños no blasfeman.

—Dieciocho muertos y veintiún heridos en la rueda de prensa de Lerendi. En Florida docenas de víctimas, ¿crees que el atentado va a terminar con la Weeweepedia?

—Todos somos víctimas inocentes.

—Ya. Al Gobernador de Cafilornia no llegué a verlo, gracias al Celo, pero estuve, estuve en el jardín de Silvestre Dostalone.

I know.

—Lo de la katana fue otra salvajada.

Thank you. ¿Conoce a Mishima? Claro que sí, usted nació en Osaka aunque estudiara en Europa. Mishima cuenta una anécdota en sus Lecciones espirituales. Al parecer conversaba con una dama inglesa que se interesó por su espada. “¿Cómo se lucha con esa arma?”, le dijo la dama. Mishima desenvainó y trazó un golpe hasta su oreja, que casi la hizo desmayar. El escritor comprendió que lo que impresionaba a los occidentales de Japón no era la literatura, sino la espada.

—Tu justificación para cortarle la cabeza a un hombre.

—Los fuertes de espíritu permanecen en pie un instante después de haber sido decapitados. Eso es más antiguo, del código samurai Hagakure.

—¿Qué quieres decir?

—Stylen Siegaal se derrumbó instantáneamente.

—Kendo, Mishima, Hagakure... ¿Tratas de hacerme sentir en casa?

—Oh, no se crea tan importante. La luna estaba en el cielo antes de caer la noche. ¿Sabe que tiene un corazón de hierro?

—¿Qué tal duermes?

—Mal.

—¿Sigues teniendo pesadillas?

—Vomito las tripas cada noche.

—Necesitas tratamiento. Hay médicos, médicos muy buenos. Si tú quieres yo podría…

—Estoy tan loca como cualquiera.

—¿Cuándo va a parar esto, Chelo?

—He hecho una lista. La cuenta ha empezado

—Voy por ti, Chelo. Me obligas a dar orden de disparar a matar.

—¿Para qué disparar si no? ¿Para matar el hambre? ¿Para matar el sueño, matar la curiosidad, matar el tiempo…?

—Voy a encerrarte, ¿me oyes?, a cualquier precio.

—Tengo que colgar. Il maggiordomo ha chiamato la Polizía.

—No espero que cometas un error, te atraparé de todas…

—La Polizia italiana patrulla en Lamborghinis y Ferraris, sí, coches incautados a la Camorra. Un poco de clase les permite perseguirles a gran velocidad.

—¿Me estás escuchando, Chelo Insania?