domingo, 5 de octubre de 2008

Muerte a Lerendi y El Cuento del Tonto

Rueda de prensa para la presentación del nuevo disco de Lerendi, donde colabora el vocalista de El Cuento del Tonto.

—Ha vendido usted más de un millón de discos con sus anteriores trabajos. ¿Le queda a Lerendi algo que decir?

—¿Se pue defumaraquí? Puenos juntamos, ¿verdatú?, y nospusimo a tocary, lo típico, uno tirapaquí, lotro tirapallá… Yasabéis, sonido nuevos pero con un punto superguapo, lo típico, una canallada.

—¿Qué opina Lerendi de la piratería? ¿Considera que las descargas ilegales perjudican su trabajo?

—Luego comenzamo sa rayarnos, cosa chunga, caroquesí, con lo que iba a pensarla peña, ¿verda Cani? Pero nosotro, quevaquevá, no podemo pensaren lo típico que va a pensarla peña, porquetonces te rayas lo típico, te rayas cantidá. Así que palante, pueseso, pensamo nada más que en reirno en plan canalla y pasalo bien, ¿verdá?, hasta que, ¡buuuumba!, el tema del single nosesplotó en lamanos, un bombazo, muy muy canalla…

—Usted cae bien a la gente de la calle. ¿Lerendi es una persona o un producto?

—Las letrason importante. El título derdisco se lo puse yo, ¿verdatú? La producció y lo demá salió del tirón. Tuvimo dosemana canalla, grabando y riendo sin pará, este y yo rayados como lo Bitles. Pero nosotro nosomos lo Bitles, ¿ehtú?, quevaquevá… Erdisco tiene algo de raíz, somo cocientes, pero lo típico, un punto delectrónica, gui, gui, y mucha guitarra, ña, ña, ña, no sé simentiende, ¿vale?, como una vuelta patrá, pero palante, lo típico.

El líder de El Cuento del Tonto está mirando a Lerendi como si ya estuviera de sobra arrepentido de haber aceptado la propuesta de su discográfica. Grabar con Lerendi y girar por las plazas de toros de toda España parecía una buena idea. Pero esta impresión mía no la captan las cámaras.

—Tengo un par de preguntas —anuncia una voz desde el fondo de la sala. Las cabezas se vuelven hacia la mujer en pie junto a la puerta. La mujer soy yo, otro ejemplo del cáncer de las apariencias, con disfraz de periodista y un pase colgando del cuello, que me permite intervenir en la rueda de prensa.

—¿Saben cuándo se celebra el día de la lucha contra el cáncer?

Antes de que Lerendi responda, pregunto por qué hoy venden tanto la imagen agresiva y la actitud comprometida, pero agresiva frente a nada y comprometida con cuestiones que no pongan a nadie en compromiso. ¿Se ha fijado alguien en que la juventud actual organiza violentas manifestaciones con las pancartas en blanco? No reclaman ningún cambio, pero lo reclaman con más medios que nunca. Pregunto por qué los nuevos rockeros son corderitos con cazadora de tachuelas, superenrollados con rastas, correctos como niños de papá:

—¿Es lo que demanda “la peña”, un público que tiene más ropa que opiniones y más actitud que ideología?

Corre un pequeño murmullo entre mis compañeros, que se preguntan para qué cadena trabajo. Lerendi se ríe nerviosamente de lo que acaba de oír, y susurra al vocalista de El Cuento del Tonto. Le ruego al artista que se acerque un poco más al micrófono. Lerendi se vuelve a reír, lo golpea con el dedo, y el micrófono hace toc-toc. Le digo que ese no es mi micrófono, que el mío es uno más grueso que hace tic-tac.

La periodista acreditada por una cadena desconocida cierra la puerta por fuera. El mecanismo de relojería del micrófono activa el detonador. El explosivo plástico oculto bajo la mesa hace ¡buuuumba!, vuela los piercings, chamusca las rastas, borra los tatuajes, llena de fuego y humo la sala de prensa.

Un bombazo, lo típico.