miércoles, 1 de octubre de 2008

Muerte a Penny Mckornic

Le digo a Penny que no se le entiende una mierda si no se quita la capucha del puñetero anorak naranja.

—Mmmm, mmmmmm…

Le digo que, si se está preguntando por qué hago esto, su cabeza es un trofeo codiciado.

—Mmmm, mmmmmm…

Que lo más difícil ha sido, ya se imagina, decidir cómo hacerlo.

—Mmmm, mmmmmm…

Que en North Park le han matado de tantas formas que… Realmente me lo han puesto muy difícil.

—Mmmm, mmmmmm…

Excepto en la décima temporada, me parece. En la décima se salva.

—Mmmm, mmmmmm…

Le han quemado, disparado, gaseado, congelado, sacrificado, aplastado, decapitado, atropellado, electrocutado, descuartizado, ahogado… Me lo han puesto muy, muy difícil.

—Mmmm, mmmmmm…

Le digo que compadezco a sus amigos, “¡Oh Dios mío, han matado a Penny! ¡Hijos de p*ta!”, porque la mayoría de sus muertes es de una crueldad inigualable.

—Mmmm, mmmmmm…

Aunque desde aquí arriba, donde le estoy atando, se ve el escenario estupendamente. Además me he acordado de traer las pinzas para los párpados que usaron en el rodaje de la Maramja Necánica, así no se perderá ni un detalle.

—Mmmm, mmmmmm…

El nuevo musical de Nancho Kanno. El estreno es a las ocho. Por el tamaño de sus pupilas entiendo que se da cuenta de lo que hablamos: cuatro horas y media de canciones y baile, dos sesiones diarias durante los próximos nueve meses. Eso si no se produce una prórroga. ¿Es verdad que los dibujos animados no comen ni duermen?

—FuckUbastaRRRdmotherFFFuckerbitch!!!

Le digo que voy a tener que amordazarle, pues a pesar de la capucha del anorak no está tan mudo como parece.