miércoles, 10 de diciembre de 2008

Muerte a Videll Posé

Villa Bandido es una finca con establos y embarcadero privado. El dueño de la villa me encuentra bebiéndome su tónica en una tumbona de su piscina, contando las ondas plateadas del agua. La luna tiene un corazón de hierro de 300 kilómetros de diámetro.

—¿Quién eres? ¿Cómo entraste?

—Si lo dices por los perros, están sedados.

Videll Posé, vestido de blanco de la cabeza a los pies, ídolo pop, cantante, artista, levanta el teléfono y comprueba que no hay línea. Tiene un bonito chalet, con severas medidas de seguridad que hoy no van a servirle de nada.

—¿Eres de la prensa? Te estás metiendo en un lío, paparazzi de mierda...

—Vanidad.

—¿Perdón?

—Es lo que va a matarte.

—¿De qué puñetas hablas, niñata?

Una hora después, las sirenas de los coches patrulla rodean Villa Bandido. Una docena de policías armados llegan hasta la piscina, donde encuentran dos Videll Posé. Cada uno apunta a la cabeza del otro con una pistola.

—¡Policía, suelten las armas!

—¿Comisario Santisteban de Tajuña? —dice el primer Posé.

—Afirmativo positivo. ¡Suelte la pistola pisofacto!

—Les he llamado yo, comisario. He pillado a la asesina que andan buscando, ¿lo ve? Va disfrazada de mí.

—¡Miente, comisario! —dice el segundo— ¡Videll Posé soy yo!

Los agentes encañonan a ambos sospechosos desde la otra orilla de la piscina. El comisario Santisteban da vueltas con la lengua a un caramelo de regaliz, haciendo bascular la mirada del primer Posé al segundo, del segundo al primero... La iluminación exterior es escasa y le parecen idénticos.

—¿Cómo sé positivamente que no es al revés, que ese de ahí es el señor Posé y usted… Chelo Insania?

—¡Yo soy Videll Posé! —insiste el segundo Posé— ¡Mi pistola no está cargada!

—¡No, soy yo! —grita el primero. Entonces tira su pistola a la piscina y levanta las manos, mientras el segundo apunta con la suya hacia los policías.

El comisario abre fuego, un par de agentes también abren fuego, el segundo Posé cae sobre la tumbona con el brazo tieso y el cuerpo cosido a balazos. Al mismo tiempo, el primer Bosé aprovecha para saltar entre los arbustos. Hay una escalera de bajada a la bodega con salida directa al embarcadero, donde le espera una moto acuática con la que escapa del cepo policial.

Más tarde, cuando el forense inspecciona el cuerpo sin vida, confirma que el comisario Santisteban ha abatido al auténtico Videll Posé. Su pistola está descargada y adherida a la mano. Una ingeniosa estructura metálica accionada mediante un resorte hizo que el brazo del cantante girara el arma noventa grados, para apuntar hacia la otra orilla de la piscina.

—Hija de la gran p*ta —el comisario Santisteban escupe el caramelo de regaliz a la piscina—. ¡Que alguien me ponga con la Interpol, pisofacto!