jueves, 25 de septiembre de 2008

Muerte a Naná

Los mejicanos engordaron los bises con dos de sus primeros éxitos, Morir sin aire y Te lloré en Río.

¡Splash!

El público de Guadalajara aplaudió hasta el dolor, no hay nada como tocar en casa.

¡Splashhh!

Después, la voz de la muchedumbre se disolvió en la explanada que miraba el escenario.

¡Splash!

Y los cuatro componentes del grupo aparecieron atados alrededor de un bafle.

¡Splashhh!

Acabo de despertarlos con cuatro cubos de agua.

—¿Por qué nos haces esto, chava? —dice el vocalista.

Les pregunto qué les dice el nombre de Joy Pachinko.

—¿Quién carajos es Joy Pachinko?

Les digo que llevan quince años publicando el mismo disco. Así que la pregunta correcta es, “¿Por qué nos hacéis esto, chavos?”.

—¡No hablas en serio, chava!

Hablo con la seriedad de quien respeta la música. Toco el violonchelo.

—¿Y nuestra gente? ¿Qué le hiciste a la crew?

Lo explico. La crew cenó el mismo rancho condimentado con benzodiacepinas.

—¿Cómo?

La crew despertará dentro de unas horas; con la ropa seca, pero el mismo dolor de cabeza.

—¿Cómo?

Lo que se van a comer ahora son sus discos de oro y la colección de Gramny Latinos. Basta oírlo para que empiecen los gritos. Piden socorro, piden que los desate. Veo en sus ojos que no dudan de mi palabra. Les enseño el Gramny que, roqueros rebeldes, se negaron a recoger en 2007.

Más respiraciones y sacudidas. Abro la cremallera de la bolsa de deporte donde traigo las estatuillas y los premios. Los voy sacando y hago una fila a sus pies. Sostengo en la mano el triple platino por En el fuelle de San Plas:

—Dicen que los latinos somos creativos. ¿Lo somos?