viernes, 15 de mayo de 2009

Muerte a Gran Hormona

Angelo Friendy es el primer agente en llegar al sótano de la casa, por donde circulan las conducciones de agua. Sobre su cabeza se graba la nueva edición de Gran Hormona, el vulgarity show de la testosterona y los estrógenos. Friendy escucha una tele encendida, baja la escalera y, ¿qué encuentra? Un fontanero de mono azul y gorra de Soda-Cola, con los pies encima de la mesa donde suelen comer los empleados de mantenimiento.

—¡Manos arriba, Insania!

Los preparativos del fontanero han consistido en sellar la única puerta de acceso a la casa-concurso. Luego ha realizado un empalme de tuberías, ha abierto la llave principal, y los desagües de las duchas, los lavabos y retretes de Gran Hormona se han convertido en surtidores de agua limpia.

—No sea aguafiestas, teniente —responde con voz de mujer el fontanero.

Friendy sigue su mirada hasta la pantalla del televisor que hay sobre la mesa. Allí los concursantes se salpican, ríen, porque piensan que la inundación de la casa forma parte de alguna prueba para divertir a la audiencia. Aunque la cosa va a tener menos gracia cuando el agua les llegue por la rodilla.

—Diga una palabra belicosa, Ángelo.

—¿Qué quiere decir?

—Algo molesto, inconveniente, inoportuno...

El teniente vuelve a mirar la tele donde los concursantes golpean con los puños los espejos que ocultan las cámaras.

—¿Lunática?

—Bravo. ¡Insúlteme Friendy! ¿Por qué es usted siempre tan correcto?

—Educación británica, I suppose.

—Oh, claro. Pero se olvida de las tres reglas de oro. La tercera regla es conocer las reglas. La segunda regla es romper las reglas. La primera regla es que no hay reglas.

—Sus ideas siempre interesantes. Apártese de las llaves de paso, please.

—Ya lo está haciendo otra vez. ¡Esa cínica cortesía victoriana!

—Las manos donde yo pueda... ¡Deje de jugar con la llave inglesa!

—“Apártese de las llaves de paso, please. Deje de jugar, please...

El teniente Friendy amartilla el revolver:

—No se burle, milady. Estoy hablando en serio.

—¿Va usted a disparar al fontanero de Gran Hormona?

—No tiene que morir nadie.

—Siempre tiene que morir alguien. ¿Ha leído El origen?

—¿El origen del movimiento mod?

Salte de la Vespa, Friendy. ¡El origen de las especies!

El televisor confirma que los productores del programa continúan la retransmisión en directo. El agua ha llenado dos tercios de la altura de las habitaciones y los concursantes han dejado de hacer pie. Están todos nominados si la llave no se cierra enseguida.

El teniente Friendy estira hacia el fontanero el cañón de su revolver.

—¡Cierre la llave de paso, milady! ¡Es una p*ta orden!

—¡Bravo! ¿Está decidido? Lo que usted mande.

El fontanero vuelve la visera de su gorra hacia atrás, sujeta la llave con las dos manos y la hace girar en sentido horario. En la pantalla del televisor, el nivel del agua deja de subir. Los concursantes vitorean. Familias de telespectadores se abrazan en sus sofás. Friendy enjuga el sudor de su frente con la manga.

—Se acabó el show, Insania.

—Eso espero.

El nivel del agua ha hecho subir unos flotadores que abren una jaula oculta en alguna parte, y los conductos de ventilación empiezan a verter cocodrilos. Se deslizan con rapidez hacia los concursantes como si llevaran semanas sin comer.

—Charles Darwin y la supervivencia del más apto —dice el fontanero—. El medio acuático no es seguro para los mamíferos, estamos en franca desventaja frente a los anfibios carnívoros.

Los alaridos del televisor anticipan el festín. Las aguas se vuelven turbias y rosadas ante las cámaras. Familias de telespectadores se tapan los ojos. El fontanero observa la dilatación de las pupilas de Friendy ante la carnicería.

—¡No se mueva o disparo!

Algunas grietas comienzan a correr sobre sus cabezas. El techo se está quebrando debido a la presión de varios miles de metros cúbicos de agua. El teniente lleva, por suerte, su elegante parka verde estilo Quadrophenia.

—¡Salte de la Vespa, Friendy! ¿Quiere morir aplastado? ¿O prefiere alimentar a un cocodrilo?

El techo se hunde entre los dos. Una cortina de agua colorada arrastra el parka de Friendy, miles de litros tras los que vendrán la carnaza y las mandíbulas. Los espectadores tal vez, pero el fontanero no va a quedarse para verlo.